Poderes y autoridad no son lo mismo. Tengo la creencia de que es el profesor Rodríguez de las Heras con quien aprendimos que la verdadera autoridad proviene del prestigio en el ejercicio del poder. La autoridad la da el prestigio (el prestige, aunque como bien dice Paco León en inglés suena peor). Y no se toma: se recibe. Los "comportamientos ejemplares" son una rareza, quizás porque los poderes sin prestigio ni sombra de él están a la orden del día. O quizás porque busquemos los grandes ejemplos donde se supone que reside la autoridad y no donde realmente se encuentra el poder. Los poderes, no el poder, se encuentran en cada espacio de relación entre personas u organizaciones. De manera principal, en los espacios cotidianos, que son los que edifican nuestras vidas. Ahí, en esas relaciones de todos los días, casi de todas las horas, abundan los pequeños modelos de poder –públicos y privados– de los que es posible seguir aprendiendo. Éstos nos enseñan, sobre todo, que el poder autoritario, el menos sensible o respetuoso, el menos democrático, el menos igualitario, será el menos prestigiado y, por lo tanto, el que más se aleje de ese ideal de autoridad. Nos lo enseña la historia compartida y nos lo puede enseñar la memoria personal de gran parte de lo que hemos vivido, sin ir más lejos, este 2011 que termina. Para que en el próximo año, otro buen deseo, podamos reducir las distancias entre los poderes y nuestra autoridad.
[i.jfgras. Plaza Chica, primera. 2009]