8/6/12

Ruso y japonés

En una semana de silencio, dos textos vuelven a este blog, de donde no habían salido. Las dos entradas citan libros que leí y decidí compartir. El primero fue un retrato literario de León Tolstoi, en el que éste "rememora con angustia el tiempo perdido, los estudios mal disciplinados, los dineros gastados en el juego, la obsesión por las fiestas, las francachelas y los bailes de las gitanas, los propósitos de enmienda, los negocios abandonados y fallidos..."El segundo, una obra de Huraki Murakami, novelista y maratoniano, que atribuye el talento a la juventud, y la concentración y la constancia a la experiencia, aunque "...esa progresiva pérdida natural de talento se puede ir supliendo a base de madurez personal".

Este tipo de comentarios sobre lecturas, que en el blog frecuento menos de lo que querría, suelen tener un escaso seguimiento. Se siente. Ambos textos, salta a la vista, se refieren a la memoria personal, más concretamente a la memoria de la experiencia. La experiencia acumulada es fuente de angustia para el ruso anciano y está reñida con el talento para el joven japonés. Entre un escritor y otro media un siglo, nada menos que el veinte. Si supiera por qué he vuelto ahora a esos textos y por qué me empecino en traerlos aquí no desvelaría los motivos. No lo diría, no por el afán de mantener un misterio, sino por no escarmentar de la experiencia, ¿recuerdan?, tan suya, tan desprestigiada. Pura máscara.

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